Encaprichada esperanza




La docilidad con la que intervienes


para ayudarme a cargar una cruz


es tan discreta, juzgando que no apareces


cuando su tamaño ahoga la luz


y los brazos anuncian romperse.




Mientras reprocho la carencia aparente


de responder al auxilio desesperado,


cuando creo que a mi vida


se le desmoronaron los pilares,


mis pies pisan la frontera de un nuevo día


me impulsa andar una encaprichada esperanza


porque aun coloco bocado en el plato


y entusiasmo para usar la cuchara.




Estoy viendo la abundancia de otros


en mi carencia y envidia,


pidiendote a ti que satisfagas


mi codicia berrinchuda


ante tu imagen humilde y huesuda


preguntándote si merzco sostener


las monedas de plata que te crucifican


en lugar de hacerte la pregunta


si merzco tu generoso cielo


al que sólo entran aquellos


que renunciaron a los caprichos


de su egoismo, ambición y soledad.




Pero en mi momento de fe desnutrida


dejas un destello para seguir creyendo,


para que mis ojos enfoquen


y distingan su mano paternal


que por ser grandiosa


no la distingo en mi pequeñez.




Soy conciente que me amas


y sigues tratando de enseñarme


a sufrir y amar, a ser feliz y reír


a hacerme ver que un padre


te deja llorar para fortalecerte,


que él llora contigo


pero no te dará de beber agua de mar


ni el veneno que quieres saborear,


Él te pide que eches redes


y te sientes a su lado,


te enseña a no espantar a los peces


y lo invites a comer después.




No te tardes entonces


a venir a cenar conmigo


ésta y todas las noches


que me acobarda su oscurantismo


si no siento que mi mano sostienes


y me conservas en tu camino.




Maico Barocio




No hay comentarios:

Publicar un comentario